Carlos
G. de Castro
PUBLICADO EN REVISTA ARTECONTEXTO nº34-35
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Esto no es América - Alfredo Jaar |
Viaje y
búsqueda son dos constantes de esta muestra. En el refectorio de la
Cartuja se ofrece al público la video instalación A
personal narrative of travel to Boliva de
Michael Aurder, donde se documenta la vida cotidiana de los
bolivianos, mostrándonos la crudeza de una existencia dominada por
la explotación y la miseria que contrasta brutalmente con la belleza
del paisaje andino.
Otra de
las constantes en la exposición es la reflexión sobre la
construcción de la imagen de América Latina y su presentación como
algo “natural”. Así, a los pies del templo gótico mudéjar, en
un libro, observamos el mapa de Sudamérica que girara Joaquín
Torres García para afirmar sin complejos «nuestro
norte es el sur».
Y en otros de los vídeos presentes, Mapas
elementales I, II y III, la
mano de la brasileña Anna Bellageiger dibuja obsesivamente
triángulos, configuraciones oníricas de Sudamérica. Los planos se
centran en el movimiento autónomo del miembro al dibujar,
trayéndonos a la mente los ecos de aquella vivaracha “zarpa”
relatada por Julio Cortázar en Estación
de la mano; mientras, de
fondo suena la música de Chico Buarque, músico censurado por la
dictadura carioca.
La
muestra pone su punto y final en los espacios del claustro sur, donde
las piezas versan sobre las sombras que en nuestros días se ciernen
sobre América Latina. En estas paredes se expande el mapa pixelado
del río Amazonas El
nuevo dorado,
creación de
Miguel
Ángel Rojas realizada con hojas de coca y pan de oro; recursos cuya
obtención es una de las causas principales de la deforestación del
pulmón verde del planeta. En la habitación contigua se halla una
selección de fotografías, realizadas en los ochenta como
performance por Marta Minojín. En ellas la artista argentina plantea
el pago simbólico de la deuda externa de su país al americano Andy
Warhol con mazorcas de maíz. Y frente a estas fotos, un enorme
mural, Nuevos
Mercados
de Minerva Cuevas, mezcla las imágenes de un grabado colonial con el
logotipo de la empresa Telefónica sustituyendo la palabra MoviStar
por “ColoniSar”; generando de este modo una analogía entre la
pretérita invasión de los conquistadores en la Edad Moderna con la
actual invasión perpetrada por las corporaciones en el tiempo de la
globalización.
La
idea de América Latina plantea
una urgente mirada crítica sobre el hecho americano, en un momento
en que Sevilla celebra a medio gas el XX aniversario de la
triunfalista Exposición Universal de 1992. Ofreciendo al espectador
un punto de vista más abierto y sincero sobre la situación del
continente conquistado por los españoles que la del evento
espectacular antes citado. Y lo hace, precisamente, desde el mismo
lugar en donde hace más de quinientos años se gestara el
descubrimiento del “Nuevo Mundo” y el consiguiente sometimiento
a Europa de sus pobladores originales. Acto violento fundacional de
América, que da paso a la búsqueda incesante de una identidad
propia, marcada por la añoranza del pasado indígena perdido y por
las huellas de la colonización.