lunes, 21 de enero de 2013

Apuntes: El gobierno genocida del mundo II / El origen criminal del capitalismo

Este texto está basado en la lectura del libro Calibán y la bruja de Silvia Federici


a. El falso mito de la burguesía revolucionaria

Karl Marx y gran parte de la historiografía marxista, centrando su estudio sobre el final de la Edad Media en el auge de las ciudades y la expansión del trabajo asalariado, vieron en la burguesía una clase revolucionaria que tuvo un papel fundamental en la liquidación del antiguo régimen. 

Para el marxismo ortodoxo, el auge burgués y la implementación del trabajo asalariado posibilitó terminar con la atadura del siervo a la tierra y el consecuente desplazamiento del campo a la ciudad de mano de obra que aumentó la producción industrial.

Posiblemente esta idea fuera equivocada y este supuesto mito de una burguesía revolucionaria que lucha contra los nobles, aún hoy, dota de legitimidad al poder burgués y su supremacía sobre las democracias liberales. Sin embargo, la burguesía en el siglo XV era tan reaccionaria como lo es hoy.

Al contrario de lo que defiende Marx, la implementación del trabajo asalariado hizo que los antiguos siervos no vieran con claridad la diferencia entre trabajar para ellos mismos (ser dueños de su fuerza de trabajo) y trabajar para los señores (vender su fuerza de trabajo). Por otra parte, la difusión del trabajo asalariado generalizó el cobro de impuestos en dinero empobreciendo a los campesinos que ya no podían mantenerse en el campo, razón por la cual emigraron a la ciudad. Y también fundamental, Karl Marx no tuvo en cuenta que la situación de la mujer durante esta "transición al capitalismo". 
Al contrario de lo que defiende Marx (...) la difusión del trabajo asalariado generalizó el cobro de impuestos en dinero empobreciendo a los campesinos

Mientras que en el trabajo manual y agrícola de la aldea la mujer, si no en grado de total igualdad, participaba activamente en la economía, con su llegada a la ciudad fue paulatinamente relegada al ámbito doméstico. La implementación del trabajo asalariado y el auge de la burguesía tuvo un efecto demoledor en la situación femenina, privada de la posibilidad de trabajar por un sueldo por la mayoría de los gremios (no así siempre), la mujer se vio obligada a ser madre o prostituta, además se declaró un clima de misoginia generalizado cuyo punto culminante fue la caza de brujas, que aconteció durante la Edad Moderna (con el auge de la burguesía), NO en la Edad Media.

b. El siglo XIV, cuando el mundo pudo cambiar de base.

"Los nobles tienen casas hermosas, nosotros solo tenemos trabajo y penurias, pero todo lo que existe proviene de nuestro trabajo"
CHRISTIE - MURRAY, David (1976), A History of Heresy

Ya durante los siglos XII y XIII la corrupción del poder eclesiástico y de la nobleza, así como la ausencia de un poder estatal fuerte propició innumerables insurrecciones campesinas, que, impulsadas por las herejías, comenzaron a tambalear el poder burgués. Era el tiempo de los cátaros o los valdenses y de una profunda contestación a la autoridad. Pero fue en el siglo XIV, sobre todo después de la peste negra con el consecuente aumento del precio del trabajo por la mortandad, cuando los campesinos plantaron verdaderamente cara a los señores.

Era el tiempo en que la rueda de la fortuna aparecía pintada en las paredes de los talleres y las tabernas, simbolizando que el miedo comenzaba a cambiar de bando.

- FLANDES, 1323 - 28
 
Se inicia la revuelta campesina conocida como el Flandes Marítimo, fue empezada por campesinos y apoyada por los gremios de bataneros y tejedores. Se alzaron por una crisis de subsistencia que afectó sobre todo a los precios de los cereales y entre sus exigencias estaban la abolición de los impuestos condales y el pago del diezmo.

- GANTE, 1335  
En este año se inicia un levantamiento de la burguesía local que inmediatamente es aprovechado (y superado) por una rebelión de tejedores con el objeto de imponer "una democracia obrera", basada en la suspensión de toda autoridad excepto aquellas que vivieran del trabajo manual. Fueron derrotados por una coalición de toda la reacción: el príncipe, la nobleza, el clero y la burguesía, pero volvieron a intentarlo en 1378 esta vez con éxito levantando lo que ha dado en llamarse la primera "dictadura del proletariado". Nos cuenta Silvia Federici que según Peter Boissonnade, el objetivo era "alzar a los trabajadores cualificados contra sus patronos, a los asalariados en contra de los grandes empresarios, a los campesinos contra los señores y el clero. Se decía que pretendían eliminar a la clase burguesa en su conjunto, con la excepción de los niños de seis años y que proyectaban hacer lo mismo con la nobleza". Fueron derrotados en Roosebecque, 26.000 de ellos perdieron la vida.

FLORENCIA, 1382
En julio de ese año se corrió la noticia de que Simoncino, un ciompi (trabajadores no cualificados encargados de lavar y peinar la lana), había sido arrestado y torturado por los patronos con el fin de obtener información sobre reuniones clandestinas de los trabajadores. Enterados, sus compañeros se agruparon y marcharon hacia la casa del gremio de la industria de la lana exigiendo la liberación inmediata de Simoncino. Tras conseguirlo, ocuparon la casa del gremio y el ayuntamiento, establecieron patrullas sobre el Ponte Vecchio y colgaron la insignia de los "gremios menores" de las ventanas de la casa del gremio. En la alcaldía afirmaron haber encontrado una habitación llena de cuerdas destinada a ellos. A principios de agosto formaron una milicia y se prepararon para participar por vez primera en las elecciones locales. Sin embargo su nueva situación no duró más de un mes, los magnates de la lana declararon un "cierre patronal" que los redujo al hambre, después de debilitarlos fueron arrestados y muchos de ellos torturados y decapitados.


c. El siglo XV, la contrarrevolución. Una alianza entre Estado, Nobles, Burgueses y Clero.

Los campesinos son demasiado ricos y no saben que significa la obediencia; no toman en cuenta la ley, desearían que no hubiera nobles y les gustaría decidir qué renta deberíamos obtener por nuestras tierras.
DYER, Christopher (1968), A Redistribution of Income in XVth Century England

Aunque los ejemplos de estas tres revueltas ciudadanas, protagonizadas por sectores bajos de la sociedad, antiguos campesinos venidos del campo a la ciudad, acabaron mal. Podemos decir que su lucha no fue en absoluto en vano. Éstas y otras revueltas hicieron que durante todo el siglo XIV se iniciara una desacumulación, los campesinos y los obreros urbanos se sintieron fuertes, debilitando con su constante lucha el poder de los señores y logrando un considerable aumento de sus salarios y una gran mejora en sus condiciones de vida; llegándose a la situación de que: a principios del siglo XV la mano de obra llegaría a un valor que no recuperará hasta bien entrado el siglo XIX.

Esta situación, generalizada en gran parte de Europa, no podía durar y la solución que las élites encontraron fue la contrarrevolución: la superación del feudalismo, la creación del Estado absoluto y el desarrollo del capitalismo. Durante este periodo contrarrevolucionario los poderosos actuaron en varios frentes:

1) El papel de la burguesía: Si durante gran parte del siglo XIV la burguesía, sobre todo la baja burguesía, en busca de autonomía ciudadana había participado de las revueltas. En el siglo XV, ya enriquecida, iniciará una fusión con la nobleza. Los mercaderes enriquecidos casarán a sus hijos con los de los nobles, concentrando el poder social en una sola clase, al tiempo que favorecerán y fomentarán la intervención de los monarcas en las ciudades, ciudades que previamente habían liberado de los señores feudales y cuya autonomía había posibilitado su acumulación de riqueza. Por miedo al pueblo y por mantener su riquezas sacrificaron las libertades conseguidas, entregando su poder a los príncipes y facilitando la llegada del poder absoluto. La 'gente de bien' de Ypres le imploró al rey que no permitiese que los bastiones internos del pueblo, en los que ellos vivían, fueran demolidos, dado que los protegían de la 'gente común'. BOISSONNADE, P. (1927), Life and Work in Medieval Europe.

2) Terrorismo Misógeno: El papel de las mujeres de clase baja en las revueltas había sido fundamental, la solidaridad entre campesinos y obreros urbanos había estado siempre acompañada por la solidaridad entre mujeres y hombres. Un ejemplo: en la batalla de Praga, 1420, entre los Husitas y los ejércitos del Papa, 1.500 mujeres cavaron trincheras al rededor de la ciudad que luego defendieron con piedras y horcas. 

El Estado y la Iglesia se apresuraron a terminar con esta unión, que paulatinamente había ido mejorando la condición femenina. Por su parte, los gobernantes laicos iniciaron una campaña de terror y humillación contra las mujeres. Dejaron de castigar la violación de mujeres pobres y fomentaron que bandas de jóvenes abusaran de ellas a voluntad; pervirtiendo así la sociedad y la solidaridad entre sexos (se estima que en algunas ciudades la mitad de los jóvenes había participado alguna vez en una violación). De otra parte, el Estado comenzó a financiar con dinero público burdeles, en 1453 solo Amiens tenía 53 lupanares y las prostitutas no sufrían acoso alguno, su oficio era reconocido como un servicio público con el que prevenir revueltas, pudiendo ejercer su trabajo a las puertas de las iglesias o insinuarse a clientes incluso durante la misa. En este periodo la Iglesia comienza su cruzada terrorista contra las mujeres pobres que se resistían a la autoridad, lo que se conoció como caza de brujas.

3) La guerra contra los pobres:
Desde los siglos XIII y XIV y hasta el siglo XVI, es decir hasta la consolidación del Estado Moderno y de la burguesía, las revueltas campesinas fueron constantes. La revolución del hombre común fue aplastada por ejércitos coaligados de príncipes, emperadores, burgueses y Papas, segando la vida de miles de campesinas y campesinos, en los campos de batalla o en las hogueras de la Santa Inquisición. Quizás el epílogo fuera la destrucción de la comuna de Münster, declarada en 1531 por los anabaptistas "La Nueva Jerusalén". La vida en la ciudad donde se declaró un gobierno comunal y la abolición de la propiedad privada no la conocemos, pues fueron sus enemigos quienes contaron su historia, los mismos que quemaron las crónicas anabaptistas tras tomar la ciudad.

d. Conclusiones.

I. El tránsito del feudalismo al capitalismo fue un periodo brutal en el que las clases dominantes vencieron a las clases populares imponiendo el Estado Moderno y la economía de Mercado.

II. El feudalismo entró en crisis no por el auge de la burguesía, sino por la presión constante desde finales del siglo XII de las clases populares.

III. El capitalismo no era la única opción al feudalismo, durante la crisis del feudalismo la coalición entre campesinos y artesanos organizó por doquier experimentos de organización comunal que fueron aplastados por la violencia.

IV.  El capitalismo sólo se impuso tras siglos de lucha y por una estrategia contrarrevolucionaria basada en:

a. La represión violenta de las clases populares por los ejércitos de los príncipes, los nobles, la burguesía y el Papa.

b. El terrorismo de Estado contra la mujer y su persecución criminal por parte de la Iglesia: Legalización de la violación, financiación con impuestos de burdeles y caza de brujas.

c. La traición de la burguesía, que si bien en un primer momento colaboró con las clases populares para aumentar su autonomía en la ciudad, una vez enriquecida pasó a aliarse con la nobleza.

d. (Aunque no se ha hablado aquí y habrá que desarrollarlo en el futuro) El descubrimiento de América, la explotación de los pueblos originarios y el uso masivo de esclavos africanos, lo cual redujo el trabajo en Europa y obligó a gran parte de las clases populares revolucionarias a emigrar.  Marx prácticamente sólo tuvo en cuenta este último punto al referirse al origen del capitalismo, de ahí su buena consideración de la burguesía en cuanto clase revolucionaria y su fascinación por la productividad.

e. Para el presente
Lo que se ha dado a conocer en nuestro tiempo como Estado de Bienestar bien pudiera considerarse nuestro siglo XV. Las más o menos buenas condiciones de vida de las clases trabajadoras en los países del primer mundo fueron una consecuencia del ciclo revolucionario abierto en el siglo XIX y cerrado con la caída de la URSS. En ese tiempo, los poderes del mundo, temerosos de una revolución mundial, propiciaron unas condiciones de vida dignas para amplias capas de la sociedad occidental. Hoy en día, con el fracaso de los movimientos obreros y la globalización del capitalismo se ha iniciado una contrarrevolución. La economía global, el "Solo hay una salida: la austeridad" de nuestros dirigentes, es una superación del capitalismo por las clases dominantes para asegurar su dominio sobre la sociedad, 
igual que hicieron durante el feudalismo, reciclar su dominio, liquidar las opciones comunitaristas y solidarias e imponer un modelo basado en la explotación por la vía de la violencia.

La historia demuestra que con las clases dominantes jamás los pueblos han conseguido nada con la negociación y el diálogo y que sus épocas más brillantes, el siglo XV y el siglo XX, fueron fruto de intensas luchas contra la desigualdad. Aquí y ahora, que tenemos el conocimientos que no tuvieron nuestras abuelas y abuelos, podemos detener el proceso de apropiación masiva de la sociedad y la naturaleza que el genocida gobierno del mundo está llevando a cabo.

En justicia por todas las mujeres quemadas por la Iglesia, violadas con permiso del Estado. En memoria de todos los campesinos caídos y de todos los obreros que en todas las batallas y en todos los siglos se han enfrentado al poder. Es tiempo ya de ajustar cuentas con el pasado, de reescribir la historia y de una vez por todas liquidar el capitalismo y toda forma de autoridad.


Omnia Sunt Communia!


 

domingo, 20 de enero de 2013

Apuntes: El gobierno genocida del mundo I / "ocaso del feudalismo"

El mundo entero deberá sufrir una sacudida. Se dará una situación tal que los explotadores serán expulsados de sus lugares y los oprimidos se alzarán.
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El poder a lo largo de la historia se ha basado en la desposesión, en la acumulación de riquezas, tierra y privilegios a través del uso masivo de la violencia. El orden que nos gobierna no es un orden natural y espontáneo, sino el fruto de siglos de opresión, asesinato y muerte, el mundo actual es el resultado de la violencia ejercida por los grupos de poder sobre las comunidades humanas y su imagen es reflejo de esa lucha.

A lo largo del tiempo las clases realmente dominantes han ido mutando la forma de su dominación, obligadas por la presión de las comunidades a adoptar formas de control social nuevas cada cierto tiempo. De alguna forma, toda crisis del poder, toda crisis del capitalismo, es un momento en la mutación de esta estructura de muerte, en el intento - hasta hoy exitoso - de reproducción de la clase genocida mundial como dueña de las sociedades humanas.

Hoy, cuando los amos del mundo nos han llevado a un nuevo tiempo de acumulación de capital, saqueando países enteros, traslado masivamente dinero hacia paraísos fiscales y enviando a millones de personas a la miseria, urge una reflexión sobre el origen del capitalismo, lo que significa, su fundación criminal original; para a partir de ahí enlazar con las centenarias luchas frente a la explotación y hacer real el anhelo de emancipación universal, que en mayor o menor medida ha latido siempre en el corazón humano. Ahora que los sicópatas que nos gobiernan destinan billones a adquirir tierras fértiles por todo el mundo, aumentando la desposesión, amenazando nuestra soberanía alimenticia y poniendo las bases de futuras hambrunas, la supervivencia de nuestra especia y de millones de especies más, depende apremiantemente de la destrucción del capitalismo, un sistema que más pronto que tarde terminará por llevar al colapso a toda la biosfera. Si no se detiene, el planeta entero podría convertirse en una gran Isla de Pascua.


Amsterdam 1571. Ejecución y quema de la anabaptista frisona Anneken Hendriks.
Grabado de Jan Luyken


OCASO DEL MUNDO FEUDAL Y NACIMIENTO DEL CAPITALISMO

La fascinación por la producción llevó a Marx a ver en la burguesía una clase revolucionaria que liquidó las estructuras del Antiguo Régimen y liberó fuerzas que, en manos de los proletarios, deberían llevar a la emancipación mundial, de ahí la obsesión comunista por controlar la maquinaria estatal; aquí daremos otra interpretación. 

El final de la Edad Media, los siglos XIV y XV, fue un momento duro para la supervivencia del régimen de los señores, a lo largo de este periodo en toda Europa se sucedieron revueltas campesinas que hicieron tambalearse los pilares de la dominación feudal, quizás la mayor manifestación de este fenómeno fue la revolución anabaptista liderada por el reformador Thomas Münzer, quién, al grito de Omnia sunt communia (todo es de todos), inició en agosto de 1524 la Guerra de los campesinos contra los poderes de los príncipes protestantes alemanes, el emperador católico Carlos V y el poder de Roma.


Los campesinos sublevados volvieron a sus labores tras el momento revolucionario, pero en su lucha demostraron dos cosas: que la posibilidad de otro mundo ya estaba presente en sus espíritus y que, contra el pueblo, poderes aparentemente antagónicos como el que representaban luteranos y católicos podían unirse para salvaguardar sus privilegios; igual que harían las potencias enfrentadas en la primera Guerra Mundial frente al advenimiento de la URSS.

Pero antes de Münzer y después de él, existió toda una historia de resistencia, de luchas populares por el derecho al trabajo de tierras comunales, redes de solidaridad entre siervos y un reparto del trabajo más igualitario entre hombres y mujeres. Durante toda la Baja Edad Media la posibilidad de una forma de vida más comunitaria estuvo latente, hasta que el advenimiento del capitalismo, la privatización total de la tierra, la persecución de las brujas, la concentración de la población en las ciudades y la emigración a las colonias terminó por liquidarla. El capitalismo fue la estrategia y la estructura económica que las élites dominantes del Antiguo Régimen impusieron como alternativa a la resistencia popular, una contrarrevolución, una perpetuación de los dominadores de la sociedad contra los intereses de la mayoría.

Con el capitalismo se inicia un momento de desposesión del campesino anti feudal, un momento de acumulación de riqueza, de regeneración de las formas de esclavitud y de destrucción de toda autonomía, un momento similar al que por desgracia hoy sufrimos. El campesino fue disciplinado, desposeído de las tierras comunales, enviado a América o posteriormente a la fábrica, generando el proletariado moderno del siglo XIX. A su vez, la mujer, que durante la Baja Edad Media disfrutó de gran autonomía, poseedora de saberes ancestrales sobre usos medicinales de las plantas y regidora de la reproducción, fue recluida en el hogar, expulsada del trabajo asalariado y condenada por la economía capitalista a la mera función de reproductora de la fuerza de trabajo. La buena esposa y el ama de casa de la  edad moderna, nació de la sangre de la bruja que alumbraba los partos, de la campesina subversiva que con su orca amenazaba el poder de los señores. También el vagabundo medieval fue perseguido por el poder, enviado a galeras y reciclado para su explotación en el trabajo desposeído del obrero.

La historia del capitalismo es la historia de la globalización de la explotación, de la extracción violenta de las energías sociales, de la aplicación de la violencia sobre la sociedad, del secuestro del trabajo por una minoría, de la apropiación y destrucción de la naturaleza para saciar la avaricia de unos pocos. Nada hay de revolucionario en una clase cuya fuerza proviene de desposeer a las comunidades, de adueñarse, hasta el agotamiento, de los recursos naturales y que allá donde prospera sólo genera sociedades habitadas por seres inútiles, dependientes de una economía genocida que es a su vez su cordón umbilical y su tumba.

lunes, 7 de enero de 2013

Valor de cambio vs. Valor de uso


Texto publicado en el nº 7 de la edición impresa de NOTON

Nuestra decadente civilización, incapaz ya de controlar las fuerzas que ha desencadenado, con una ética, una cultura, una filosofía y una vida cotidiana muy por debajo de sus capacidades técnicas, ha llegado a tal extremo en su fetichismo por el valor de cambio que ha situado a éste, no ya muy por encima del valor de uso, sino muy por encima de cualquier otra consideración. 


Ahora, en el momento extraeconómico de la crisis, cuando el capitalismo no respeta sus propias leyes y pide a gritos la intervención estatal para sobrevivir, bajo la forma de rescates al sector financiero con capital público, el poder despliega su hegemonía cultural e intenta inocular a la población con consignas orwellianas del tipo: hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, las medidas las impone la realidad, no hay otra alternativa... Mantras ideológicos cuyo objeto es culpabilizar, resignar y llevar a la inacción, e incluso generar una pervertida solidaridad entre dominadores y dominados. Por eso, es necesario romper esta lógica impuesta por quienes mandan el mundo del valor invertido, reclamar el valor de uso frente al valor de cambio y afirmar No hemos vivido por encima de nuestra posibilidades. ¡Hemos vivido y estamos viviendo por debajo de nuestras capacidades!


No hemos vivido por encima de nuestra posibilidades. ¡Hemos vivido y estamos viviendo por debajo de nuestras capacidades!

Hay alternativas, estas pasan por comprender y hacer comprender que el mundo que desde las esferas de poder se nos presenta como objetivo, es un constructo ideológico y que por tanto, se puede transformar, superar. Uno de los grandes constructos, de los artefactos ideológicos del sistema es tan antiguo como el capitalismo mismo, se trata de la alienación del valor de uso por el valor de cambio.

Esta enfermedad congénita de la civilización capitalista, que está consumiendo el planeta entero convirtiendo a todo ser viviente y a toda cosa inerte en mercancía unida a un determinado valor de cambio, hace que una buena metáfora para nuestra civilización sea la del niño autista hollywoodense que es capaz de resolver complegísimos problemas matemáticos, pero es incapaz de entender si su madre está triste o alegre. Ahora ese niño, mientras trabaja desencriptando claves de satélites iraníes, ha abierto la llave del gas de su casa y está jugando con cerillas.

Nuestra civilización, como el rey Midas, convierte en muerte todo lo que toca, destruye la vida para inventar infinitas variantes de materiales inertes con los que fabrica y acumula sin descanso todo tipo de mercancías a las que es adicta. La razón, en el núcleo de la civilización, pervive como zombi, atada a las egoístas y autodestructivas pulsiones de este niño autista y es usada, por un sistema irracional, para someter, a través de la violencia, a todo sistema vivo del planeta al imperio de la mercancía. El sueño neoliberal es la transustanciación universal en valor de cambio.

El modelo dominante es el de la desposesión, por tanto el modelo humano es el del consumidor desposeido. Aquel que debe adquirir y consumir constantemente mercancías para poder desarrollar su vida. Un ser absolutamente determinado en su tiempo de trabajo y en su tiempo de ocio, un ser construido por el sistema e incapaz de sobrevivir fuera de él. Para este ser marcado por los imperativos del valor de cambio el sistema sí es el único posible, pero este ser no es el único, ni el último tipo humano. Igual que ha sido construido se puede desmontar y sustituir.


El modelo dominante es el de la desposesión, por tanto el modelo humano es el del consumidor desposeido

Obviamente, el modelo de la desposesión no se detiene en la construcción de un tipo específico de naturaleza humana. La razón zombi, en su expansión sin crítica bajo el imperio de le mercancía, avanza hacia la aniquilación de toda vida autónoma, dado que la autosuficiencia es contraria a la creación de valor de cambio, hecho que implica el sometimiento universal a los imperativos económicos actuales. Se corre el riesgo de que pronto no haya ecosistema sobre la faz de la Tierra que pueda sobrevivir sin el mantenimiento de la mano del hombre, y cuyo fin no sea el de destinar dicho ecosistema a nutrir este tipo pervertido y dominante de economía humana.

Un ejemplo del ejercicio de la desposesión sobre el ámbito natural lo constituye el uso de transgénicos en el modelo agroindustrial. Estos transgénicos, fabricadas con el único fin de generar valor de cambio, ocupan cada vez más extensión de terreno cultivable en forma de monocultivos, al tiempo que las corporaciones secuestran las semillas y los códigos genéticos de las plantas naturales. De este modo se mengua la biodiversidad y aumenta el control de la economía sobre la vida. Por supuesto, este violento proceso incluye la toma del poder político con el fin de dictar leyes que aceleren la adquisición de beneficios y la trasformación de lo natural en valor de cambio; como ha ocurrido recientemente en el Golpe de Estado posiblemente promovido por corporaciones alimentarias y los grandes terratenientes en el Paraguay  contra el débil gobierno de Fernando Lugo, quién podría haber supuesto un escollo para el desarrollo de la antonímica Ley de Bioseguridad.

Llegados a este punto, cabe la pregunta ¿Cómo superar la tiranía de la mercancía y su valor de cambio? La clave estaría en la restitución del valor de uso, en generar una economía basada en el intercambio de bienes y servicios donde los productores sean dueños de los medios de producción y donde se elimine cualquier fuente de especulación sobre el valor. Esto lógicamente podría partir desde lo local, apoyando la formación de redes de consumidores y productores, el uso de monedas sociales y el intercambio de servicios. Se trata de desarrollar autonomía, de crear comunidad donde antes hubo atomización social y de ir fraguando una sociedad o unas sociedades paralelas al capitalismo que fueran progresivamente dependiendo cada vez menos de la economía dominante.

sábado, 5 de enero de 2013

Reseña de la exposición 'Abstracción y movimiento' // CAAC, Sevilla

Más allá de la inaccesible realidad
Carlos G. de Castro 

Ojos desatados, 1994-1995, Juan Uslé

Nuestro pasado siglo XX fue escenario de la eclosión de las vanguardias artísticas, movimientos que desde diferentes postulados iniciaron un proyecto de revolución de las formas estéticas y de las relaciones sociales. Si bien las vanguardias ligadas a movimientos políticos fracasaron, arrasadas por los movimientos burocráticos en el Este y reducidas a la lógica de la mercancía en Occidente, sí completaron la renovación formal, muy al gusto de la mercancía, todo sea dicho. Sobre una de estas nuevas estéticas: la abstracción, que desde entonces se ha manifestado en varios momentos de la historia del arte, ha confeccionado el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo la sesión expositiva Abstracción postpoctoria en la que se inscribe la muestra Abstracción y movimiento.

Esta exposición hilvana una completa síntesis del desarrollo de la abstracción en el contexto español, un recorrido rizomático, lleno de ejemplos internacionales, donde el espectador avanza y retrocede en el tiempo constantemente. La muestra se abre con los trabajos en cartulina realizados durante 2010 y 2011 por Paz Pérez Ramos, pequeñas formas de color que cambian de apariencia según nuestra posición. Metros más adelante, en la nave del monasterio cartujo, nos encontramos, de repente, dentro de un universo psicodélico. Suena música que nos trae a la mente el sonido de Soft Machine o Pink Floyd y las paredes de la iglesia aparecen cubiertas por las formas en movimiento del film Beyond Image, 1969 de Boyle Family. Se trata de cinco enormes proyecciones realizadas con aceites tintados expuestos al calor, un juego efectista similar al mecanismo de las 'lámparas de lava', objeto fetiche de la cultura hippie. Nos dirigimos ahora a la sacristía, donde el sonido de una soga en agitación se hace paulatinamente presente. Allí se ha instalado la pieza Waves, 2006-07 de Daniel Palacios una máquina cinética que se activa con el movimiento del público generando ondas sonoras tridimencionales.

Dejamos atrás estas piezas que influían en nuestro movimiento o cambiaban en sintonía con él y centramos ahora nuestra mirada en el claustrón este, lugar dedicado a importantes figuras de la pintura abstracta española. Aquí encontramos Cuerpo caído, 1966 de Manolo Millares en la que este miembro fundamental del grupo el Paso tortura y desgarra un pedazo de arpillera, quizás una triste queja del infierno franquista. Lo acompañan trabajos del informalista Juan Hernández Pijuán, José Guerrero y Luís Gordillo.

El claustrón norte posiblemente sea el lugar más interesante de la exposición, y también el más variado. Entre sus paredes tenemos excelentes ejemplos de los resultados que ofreció la creación en 1966 del Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid y su repercusión en la renovación plástica española de los setenta. Se trata de piezas basadas en el desarrollo de modelos modulares y combinaciones binarias como la enorme Flecha, 1967 de Manuel Barbadillo o las abstracciones geométricas de Manolo Quejido. Dentro de este apartado destacan sin duda las estructuras imposibles de José María Yturrande, combinaciones geométricas que retan descaradamente a nuestro sentido habitual de la perspectiva. Completan este espacio, entre otros trabajos, la obra Line describing a cone 2.0 1973 – 2010 de Anthony Mccall y una sintética retrospectiva del Equipo 57 muy bien contextualizada y en la que se incluyen su película Experiencia nº 1, 1957 o las formas de color de sus 24 gouaches Interactividad cine I, 1957. El caso de la pieza de Mccall es paradigmático de la muestra, pues en sí sintetiza los dos grandes preceptos de la exposición: abstracción / movimiento. En ella, durante treinta minutos un haz de luz se desarrolla lentamente en una habitación llena de humo hasta formar un cono. No hay argumento, no hay magia, sólo la verdad simple de la forma, aquella verdad que recordara la voz de Florence Delay en Sin Sol de Chris Marker cuando, visionando imágenes distorsionadas por un sintetizador de las luchas sociales de los 60 en Japón, afirmara decepcionada: «al menos muestran lo que son, imágenes y no la forma transportable y compacta de una realidad inaccesible».

Reseña de la exposición 'El factor grotesco' // Museo Picasso, Málaga

A la pista de una categoría estética 
Carlos G. de Castro

El pueblo francés alimenta a Luis Felipe de Orleans  / HONORÉ-VICTORÍN DAUMIER, 1834

Seguir la pista a la evolución de una categoría estética: lo grotesco. Con este objetivo, José Lebrero, comisario de la muestra El Factor Grotesco y director artístico del Museo Picasso, ha reunido en las salas del Palacio de Buenavista obras de más de setenta artistas que configuran un recorrido por quinientos años de historia del arte occidental.

La exhibición, a pesar de contar con nombres tan insignes como Leonardo da Vinci, El Bosco, Goya, Pablo Picasso, René Magritte, Willem de Kooning, Francis Bacon o Louise Bourgeois, deja a un lado la relevancia histórica de cada autor para desplegar, a través de la articulación de las obras, un discurso centrado en el desarrollo histórico de lo grotesco desde diferentes perspectivas. Para ello la exposición abre tres vías de estudio sobre la categoría estética señalada, en las que se inscriben también los fragmentos de películas seleccionados: El botones, 1918 de Buster Keaton y Fatty Arbuckle, El jorobado de Nuestra Señora de París, 1923 de Wallace Worsley, Bedlam 1946, de Mark Robson y algunos metrajes de Georges Méliès.

La primera de las vías abiertas es lo grotesco como ornamentación. A partir del descubrimiento en el siglo XV de la decoración mural de la Domus Aurea de Nerón, las extrañas arquitecturas y los fantásticos seres allí vistos serán recibidos por la Roma manierista como una moda. Estas «cosas que no existen, ni pueden existir jamás» - en despectivas palabras de Vitruvio – están presentes en la exposición a través de los diseños ornamentales de Enea Vico y Tomaso Barlachi.

Enlazando con tradiciones más antiguas, lo grotesco ha servido desde siempre para mostrar el lado más oscuro de la naturaleza humana, aquello que en nosotros está más alejado del mundo del lenguaje y la razón. Sobre este núcleo duro de nuestro ser, que se opone, irreductible, a la civilización, versa el segundo eje argumental de la muestra. Aquí hallamos piezas magistrales, caso de las imágenes realizadas por Salvador Dalí en 1934 para ilustrar Los Cantos de Maldoror, poemas de un mundo sin esperanzas y sumido en el terror que dibujara la mente de Isidore Ducasse, Conde de Lautréamont. También en este páramo sombrío del alma humana podríamos ubicar la obra Cuatro riéndose unos de otros, 1999 de Juan Muñoz, grupo escultórico donde unos seres se entregan a la risa, sin explicación, en un acto nihilista y deshumanizante.

Lo cómico es la tercera perspectiva desde la cual la exposición mira a lo grotesco. El cuerpo deforme es motivo de risa y de desvelamiento de nuestra fragilidad. Con ello juegan los 'bustos de caracteres' que realizara en torno a 1770 el escultor Franz Xaver Messerschmidt, donde la solemnidad del busto es transgredida a favor de su humanización, similar leiv motiv guía la serie de retratos escultóricos Viejos amigos, 1992 de Thomas Schütte y la obra de Bill Viola Seis cabezas, 2000.

Sin embargo, la muestra no atiende en su justa medida a uno de los usos principales de lo grotesco: la crítica social. Ciertamente el hecho está presente, por ejemplo en el fantástico dibujo de Honoré Daumier Gargantúa, 1831, que enseña a un Luís Felipe I de Francia convertido en un gigante glotón al que debe alimentar con gran esfuerzo su pueblo. Pero la crítica social es siempre referida de forma secundaria y no se incluye directamente en el planteamiento teórico de la exposición, lo cual genera que obras de autores como George Grosz o Hanna Höch carezcan de una contextualización suficiente, leyéndose su contenido en clave individual y no como piezas dentro de programas vanguardistas que luchaban por una subversión radical de la sociedad.