domingo, 28 de julio de 2013

Una duda en la noche: ¿Está mutando lo espectacular integrado hacia lo espectacular zombie?

Creíamos saber que la historia había hecho su aparición en Grecia, junto a la democracia. 
Se puede verificar que está desapareciendo del mundo junta a ella.
 GUY DEBORD, Comentarios sobre la sociedad del espectáculo


Detroit. Ballroom, American Hotel. Fotografía Yves Marchand y Romain Meffre


Una duda en la noche: 
en el futuro, ¿el espectáculo sólo prevalecerá “destruyéndose” a si mismo?

 ¿Hasta dónde ha llegado el espectáculo que no hubiera llegado antes?  
Hechos inquietantes han ocurrido desde que el espectáculo se declara la guerra sí mismo con la destrucción de las Torres Gemelas en 2001. Durante una década en la que los expertos del poder declararon derogado su principio de “el fin de la historia” las cosas se han empezado a mover. La guerra contra el terrorismo preparó el terreno para medidas de control más coercitivas sobre la población, con el objetivo de seguir planificando la eliminación de toda vida autónoma de la lógica de la mercancía, un hecho significativo es que durante esa década se produjo el gran boom de patentes sobre genes. 

En este contexto, las poblaciones se acostumbraron a ser vigiladas y humilladas constantemente, y la mayoría lo aceptó, demostrando que la condición de esclavo es una de las manifestaciones posibles de la naturaleza humana. Pero una parte importante no lo aceptó. Para consolidar su dominio, el espectáculo necesitaba crear una contra réplica, un medio de transformar en sucesión de imágenes una revuelta que de otra forma se hubiera vuelto real. Se enició entonces una operación de desactivación de lo real. En el momento histórico en que lo real se encuentra en su ocaso, era preciso organizar toda una serie de dispositivos que trabajasen en la producción de la falsificación del fin del espectáculo, una revolución mundial espectacular que lo cuestionase para continuar su dominio en la forma de muerto viviente. 

A partir de 2010 toda una generación de jóvenes que primeramente en África, Asia y en Europa comenzaron a ver con claridad que no tenían futuro iniciaron un conato revolucionario que hoy en día ha sido casi completamente desactivado y recuperado. Las primaveras árabes, que se extendieron desde el Sahara Occidental hasta Irán, fueron respondidas de varias formas. Principalmente generando revoluciones zombies ejecutadas por mercenarios (Libia, Siria) y apoyando a los partidos islamistas, para pasar seguidamente a la represión de los fanáticos (Mali, Egipto). El caos resultante es perfecto para la eliminación selectiva de elementos subversivos (Túnez). 

Estas medidas gatopardianas actúan en varios frentes. De una parte desactivando las opciones de cambio real en lugares donde la gente aún está dispuesta a morir para cambiar su sociedad. De otra parte, en occidente, construyen una historia falsificada de las revoluciones árabes, donde no existen las acciones ni los anelos de la población, y todo gira entre decisiones de generales, islamistas y mercenarios (rebeldes). De puertas hacia dentro la atmósfera de conflicto permite la eliminación sistemática de los elementos realmente subversivos, al tiempo que afianza en el poder a gobiernos aún más débiles y sometidos a directrices extranjeras que los anteriores. Pero sobre todo crea la sensación de desilusión a pesar de haberse producido la “revolución”. África es el síntoma de un dominio mundial que ya apenas es capaz de mantener una imagen bella del mundo, el Egipto de las pirámides da paso al Egipto de la guerra urbana.

En Europa, y posteriormente también en América, lugares donde el espectáculo está mejor integrado y no necesita de medios tan violentos, la disidencia está sufriendo un proceso disciplinatorio diferente. Los miembros del 15M, Occupy Wall Street o los indignados brasileños están siendo sometidos a una política de integración en el sistema a través de la política del palo y la zanahoria. 

El poder se hace consciente de su situación, el Papa pide políticas para los jóvenes brasileños y entiende su descontento. En España para la indignación con la clase política se ha desarrollado como entretenimiento el espectáculo de la corrupción, donde la podredumbre de la clase política crea la sensación de que algo va a cambiar pronto, cuando el único cambio es que los corruptos pueden estar en el poder a pesar de ser vox populi su corrupción. A nivel mundial Wikileaks o el caso Snowden perfeccionan el arte de desvelar las miserias del poder sin derrocarlo. Sin duda un gran éxito para el espectáculo, que ya logró en Grecia desintegrar el país y someterlo a ocupación sin hasta ahora ver peligrar su dominio. 

Quizás como afirma Zizek "el capitalismo se pudre desde el principio", pero su hedor jamás ha sido tan pestilente como ahora. Un nuevo espectáculo que se siente odiado y despreciado sólo puede sobrevivir como zombie, extendiendo el olor a cadáver por todo el globo, y aún así sigue ganando. El espectáculo se refuerza reabsorbiendo las expectativas de su muerte, gozoso es capaz de ofrecernos representaciones mistificadas de la lucha de clases como en Elysium o en V de Vendetta, y a partir de ahí crear toda una industria de la revolución perfeccionada, no tienen comporación las fuerzas de los iconoes del Che (a fin de cuentas de fabricación sencilla y al alcance de cualquiera), con las refinadas caretas de Guy Fawkes.

Con esta táctica lo que se logra es el control de la representación de la revolución. El espectáculo zombie, cuyo rostro ahora es la hermosa vista de un Detroit en ruinas, no es ya capaz de ofrecer una utopía a la humanidad, así que sobrevive recreando distopías y revoluciones.

Carlos G. de Castro / coeditor NOTON