jueves, 23 de enero de 2014

Coplilla por Gamonal

Coplilla por Gamonal

(con música de “noviembre del 33” de Chicho Sánchez Ferlosio)

Era en Burgos y en enero,
que salieron las vecinas,
a parar un bulevar
que Lacalle imponía.

Las vecinas no se arredran
movilizan todo el barrio,
el gobierno tiene miedo
y les manda antidisturbios.

En Vitoria y en San Bruno,
se levantan barricadas.
Méndez Pozo desespera
porque pierde la partida.

Pero el viento del poder
arremete con violencia.
Detienen manifestantes,
mientras compran periodistas.

En Madrid, en Barcelona
y en Granada, y en Valencia,
y en otros muchos lugares
la lucha surge y progresa.

La respuesta popular
ya sacude to' el estado,
el bulevar se detiene,
Gamonal marca la senda.



miércoles, 15 de enero de 2014

Reseña de la exposición 'Plato combinado' // CAAC, Sevilla

Figuras en el tiempo

Carlos G. de Castro
Publicado online en ARTECONTEXTO 

Plato combinado, 2013. Cortesía: CAAC.
 Imágenes grabadas en la memoria, recuerdos fugaces que toman cuerpo y aparecen en pinturas o bodegones cerámicos, sin más coherencia que la combinación de sí mismas. Esta es la base de la muestra Plato combinado, una monográfica comisariada por Sema D'Acosta dedicada al pintor andaluz Miki Leal –Sevilla, 1974–, y que hasta el 2 de febrero se exhibe en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.

Plato combinado se divide en dos espacios claramente diferenciados. El principal, situado en el Claustrón Este del monasterio cartujo, acoge la exposición monográfica de piezas mayoritariamente elaboradas en 2013. El segundo espacio, en la Capilla de Afuera, se dedica a una instalación realizada junto al artista Cristobal Quintero, la cual nos traslada a una divertida e irónica interpretación del oficio y la historia de la pintura, a través de objetos surrealistas creados ad hoc.
  Vayamos al Claustrón Este. Nada más entrar el primer estímulo que recibimos es la música proveniente del vídeo el Buceador, una película doméstica grabada por Leal en la casa del crítico de arte Kevin Power, recientemente fallecido, y que se proyecta en la exhibición a modo de homenaje. A partir de aquí se suceden imágenes que se repiten y que el gesto del pintor modifica en combinaciones casi infinitas, como el juego del tangram, afición infantil muy presente en la muestra.

Las pinturas de Leal y sus bodegones cerámicos tienen en común la preocupación por la armonía de las diferentes formas más allá del tema. Objetos africanos traídos por su tío misionero, prendas, portadas de vinilos, piezas de tangram o figuras humanas se manifiestan como objetos en igualdad de condiciones cumpliendo el humilde papel de ensamblaje que dota a la escena de equilibrio. En esto recuerda a Cézanne, en la alegría de sus obras recordará a Matisse.

Recorrer la exposición es recorrer la historia de la pintura, aunque de manera desinhibida, igual que alguien que pasara las páginas de un manual de historia del arte descuidadamente. Así aparecen en la muestra la Musa Dormida de Brancusi o El caminante sobre el mar de nubes de Friedrich. Lo clásico tiene presencia, pero velado por lo contemporáneo, por la influencia de pintores como David Hockney, Peter Doig o gente de su generación, caso de Wilhelm Sasnal con quién comparte una visión cinematográfica de la pintura.

El tríptico compuesto por las piezas Bodegón, Retrato y Paisaje es un claro ejemplo de su forma de entender los géneros tradicionales: las tres obras del mismo tamaño, sin jerarquías. En Bodegón, una serie de objetos aparecen sobre una tela en una playa, la escena surge detrás de la forja de una ventana, insinuando que la escena no termina en el cuadro. Este guiño a lo cinematográfico se amplifica en la obra Paisaje, en la que una casa de verano con un místico sol ardiente sobre su tejado se muestra en una escena romboidal rodeada de negro. El rombo se amplía en Retrato hasta salir del papel, lo negro cede, conservándose únicamente en las esquinas. En esta última pieza tres personajes sacados de una fotografía de Cartier-Bresson se encuentran en un lugar extraño, observando una especie de tela con motivos geométricos que tiene casi el mismo protagonismo que ellos.

Cabría destacar para terminar, la coherencia interna del universo intimista propuesto por Leal. Quizás en un primer momento, por el aluvión de imágenes personales, pudiera recordar –acaso así sea– a la desatinada ciudad de los Inmortales de El Aleph, sin embargo no renuncia a una cierta lógica que se manifiesta en un diálogo constante entre las diferentes piezas. Valga como ejemplo la conversación iniciada con la obra El dilema, díptico que plantea el conflicto entre elegir una corbata o una pajarita, solventado después en el bodegón cerámico Dilema resuelto donde tres alegres corbatas cantan victoria.