jueves, 24 de diciembre de 2009

Más allá de la representación pactada. Una visión sobre la producción artística de GRETA ALFARO

PUBLICADO EN EL Nº1 DE LA REVISTA ACCM





El imaginario colectivo, es decir, el imaginario consensuado y pactado entre el poder, la sociedad y los medios de comunicación, nos ofrece un tipo de representación de los momentos de celebración estandarizada. Este tipo de representación, en todas las épocas, ha sido una forma de mostrar los valores, normas y roles sociales dominantes dentro de un sistema. En la actualidad el modelo imperante es el del American Way of Life, una visión que nos ofrece una versión de la vida en la que la seguridad y la felicidad son el pretexto del mantenimiento del statu quo.

El trabajo de Greta Alfaro (Pamplona,1977) parte de una reflexión crítica sobre este hecho. Para ello, la artista modifica el significado de las representaciones tradicionales a través de la inclusión de elementos discordantes en las mismas, condicionando y alterando su lectura. Así en la obra Celebración – presentada en Liquidación Total –, Alfaro se apropia de una serie de fotografías sobre momentos familiares, a las que añade elementos inquietantes: una soga lista para ahorcar, imágenes de aparatos de tortura en un bonito interior burgués o unas rayas de cocaína ante la presencia inocente de una niña. Por medio de este recurso propio del surrealismo – pensemos por ejemplo en Un Perro Andaluz de Buñuel – el contexto se transforma. La idea de seguridad y felicidad que la imagen original desea transmitir es pervertida, saliendo a la luz la fragilidad real inherente a todas las relaciones humanas.

Si como vemos en Celebración se parte de imágenes preexistentes, para añadir elementos que modifican la percepción del público, en su último trabajo In ictu oculi – ganador del premio El Cultural de Fotografía 2009 – la artista opta por la realización de un vídeo de nuevo cuño. Una producción realizada en Fitero (Navarra) y acompañada de diez fotografías. La grabación, desde un único e inmóvil punto de vista, recoge la acción de un grupo de buitres en su espacio natural, sobre una mesa preparada para la ocasión, al honor de tan singulares comensales. El resultado, un antibanquete que nos trae a la memoria inolvidables imágenes como la invasión de la mesa por los mendigos en Viridiana – alusión de la propia artista en su artículo para art.es – o la antropofágica cena ofrecida al capo de El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante. La mesa, expresión de un determinado nivel social, estrategia de seducción, es entregada al buitre, animal carroñero por excelencia. De este modo, queda transformada en representación de una metáfora sobre lo violento y destructivo inherente a la condición humana. Una violencia siempre presente, a pesar de los intentos de las representaciones pactadas por ocultar todo conato de tensión.

El título de la obra In ictu oculi (en un abrir y cerrar de ojos), hace referencia a una vanitas barroca de Juan Valdés Leal conservada en el Hospital de la Caridad de Sevilla. Un guiño a un tiempo distante en el que nuestra relación con la violencia y la muerte eran muy diferentes, algo casi cotidiano, como bien se empeñan en recordarnos las vanitas del diecisiete. Esta proximidad con el sufrimiento, que en el barroco se expresaba de manera abierta, en nuestros días se aparta de toda representación colectiva. De ahí la fuerza de In ictu oculi que en un abrir y cerrar de ojos, nos ofrece, en toda la crudeza de un comportamiento animal, una imagen de lo efímera que son la vida y las estructuras sociales, a pesar de todos nuestros esfuerzos por disimularlo.

carlos g. de castro

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